Me ducho, me unto los labios de cacao y tiemblo. Ya temblaba ayer cuando me desperté, no por la tarde. Por las mañanas tiemblo. Es un temblor interno que no hace tambalear estas letras. Vibran. Vibran al salir como podrían hacerlo las cuerdas de un violín cuyas manos están de estreno. No es que chirríe, es que tiemblo. Tal vez esa sea la manera en que mi cuerpo tiene para contarme que este violín no suena bien. Como si fuera su propia banda sonara, mi música interior. Como si fuera un mensaje en braille que descifro cuando pongo las manos en suspensión acariciando el aire. Quizá, bajito, esté sonando algo así como; tenemos que estrechar los dedos entre las cuerdas y mi pecho. Que vibra. Vibra cada mañana como si tuviera algo que cantar, que contar, que gritar. Tiemblo, aunque estas palabras estén escritas en línea recta.
3 comentarios:
se te echaba de menos DE - MA - SIA - DO!!!!!!!!!!!!
me encanta aqui!
Y nosotros temblamos y se nos pone la piel de gallina cuando te leemos. Me encante leerte en este rincón donde nos abres tu mente y tu corazón.
¡Muchas gracias! Es un placer volver, lo necesitaba.
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